El poder de las palabras

Seguro que has escuchado miles de veces que “el lenguaje crea realidades” o que “las palabras tienen poder”. ¿Cuán consciente de ello eres en tu día a día?

Como líder, es muy importante ser consciente de ello en todo momento, ya que a través de lo que decimos y de lo que no, de cómo lo decimos y de las intenciones detrás de nuestras palabras, estamos creando una realidad u otra: para nosotros y para nuestros equipos. Y es que, ¡las palabras tienen poder! Estas nos ayudan a conectar, a crear confianza o desconfianza, a abrir o cerrar posibilidades. A través de la comunicación creamos relaciones de respeto o de agresividad, de cercanía o distancia.

Y esta capacidad para crear y destruir de las palabras también es aplicable a las que usamos con nosotros mismos. El modo en el que nos hablamos también es sinónimo de bienestar o sufrimiento. Por eso es tan importante ser conscientes del tipo de diálogo interno que tenemos con nosotros mismos ya que tendrá un impacto en nuestro estado de ánimo, así como en nuestra autoestima y confianza.

Continuamente nos estamos comunicando: con nuestro equipo, colegas, clientes, amigos, familia…; usamos las palabras todos los días, de forma oral y escrita: a través de conversaciones, escribiendo emails, whatsApps, llegando a acuerdos, preguntando, vendiendo… y a través de nuestro diálogo interno. Sin embargo, con frecuencia hablamos sin ser plenamente conscientes del efecto que las palabras tienen en nosotros y en los demás.

Hoy quiero compartirte un pequeño relato (anónimo) que deseo que te sea de inspiración y te ayude a “pasar”, todo lo que digas y te digas, por estos tres filtros:

“Un joven discípulo llegó a la casa de su maestro, un sabio filósofo y le dijo:

- Vengo a decirte algo importante, que no puedo callar, pues un amigo estuvo hablando de ti con malevolencia…

- ¡Espera! -lo interrumpió el filósofo-. ¿Hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?

- ¿Las tres rejas? - preguntó el discípulo.

- Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres contarme es absolutamente cierto?

- No. Lo oí comentar a unos vecinos…

- Al menos, lo habrás hecho pasar por la segunda reja, la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?

- No, en realidad no. Al contrario…

- La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber esto que tanto te inquieta?

- A decir verdad, no.

- Entonces -dijo el sabio con una sonrisa franca-, si no es verdad, no es bueno, ni es necesario, sepultémoslo en el olvido.”

Crea una cultura en la que, tanto tú como las personas a quienes lideras, antes de decir algo se pregunte si lo que van a compartir es: verdad, bueno y necesario.

Eva AldeaComentario